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JOSÉ DOMINGO BLANCO (MINGO)
En twitter: @mingo_1
EL UNIVERSAL
Tremenda lavativa en la que se metió Capriles. Porque, vamos a sincerarnos: no todos, por más ansias de poder que tengan, asumen por la mitad de la calle esta responsabilidad histórica. Por eso elogio su papel en esta contienda electoral. Henrique pudo haber dicho que no; que no aceptaba lanzarse al ruedo para luchar por la silla presidencial. Mas sin embargo, aceptó. Él ya tenía su gobernación de Miranda, podría haberse quedado allí tranquilito, gerenciando su estado. Viendo los toros desde la barrera. Pero, no. Cuando las elecciones presidenciales se anunciaron y le propusieron ser el candidato de la Unidad, aceptó. Esto hay que reconocerlo porque, definitivamente, tiene su mérito, sobre todo en las condiciones en que se dan estas elecciones. Su candidatura es un acto de valentía porque, de todas todas, Capriles se la está jugando. Su contienda no sólo es contra el delfín del difunto presidente: Henrique se está enfrentando a todo un aparato gubernamental chavista que pareciera a pruebas de balas, que maneja a diestro y siniestro una jugosa petrochequera y en un país donde todas las instituciones del Estado están a merced del régimen. ¿Fácil? ¡Para nada!
Así que los invito a ponernos en sus zapatos por unos minutos. Capriles no se quedó en su despacho gobernando Miranda; sino que salió un paso al frente y con todas las de la ley. Redefinió su estrategia y comenzó a recorrer calle. Con más experiencia y con el recuerdo fresquito de las pasadas elecciones del 7O, donde le echó piernas y recorrió el país de cabo a rabo. Lo hizo con tanto ahínco que puso en aprietos a un Chávez que intentó, a pesar de su condición de salud, seguirle el ritmo. Y si bien Henrique no ganó –y mejor aún, reconoció los resultados lo más rápido posible para evitar el probable enfrentamiento que ofrecían los chavistas en caso de ser derrotados– logró concentrar un número significativo de votos.
Y desde este martes 2 de abril "oficialmente" arrancó todo de nuevo; pero, esta vez express. Capriles comenzó a moverse por Venezuela y, quizá, ahora lleva a cuestas un aprendizaje importante, porque de alguna manera u otra, asimiló sus errores pasados. Vemos a un Capriles más maduro (sin ánimos de pretender algún parecido con el personero que así se apellida); tiene más fuelle, es más desafiante. Y eso es bueno para él, para quienes lo siguen y para quienes tiene que convencer en tan corto tiempo. Tanto así que Capriles hizo, al dar el primer golpe, que Maduro y sus asesores retrocedieran, se replanteasen la estrategia y descartaran su incipiente liderazgo para ampararse bajo la figura del Chávez difunto.
Sin embargo, debo reconocer que sigue sin gustarme su poca capacidad para emocionar con el discurso. De hecho, el otro día planteaba que necesita convertirse en un orador que envuelva porque, a mi juicio, pierde oportunidades valiosas de conectarse a través del verbo con las masas a las que quiere llegar. No es un gran orador, y aunque estemos cansados y hastiados de las cadenas y las peroratas eternas que imponía Chávez (y ahora las de Maduro, quien intenta remedarlo); cuando el candidato de la Unidad logra concentrar a un número respetable de seguidores, debería hablarles un poco más y mejor para que logre la empatía necesaria con sus ideas.
Pero, además, hoy Capriles tiene algo a favor: se está enfrentando a Maduro y ¡Maduro no es Chávez! Ergo, muchos chavistas, a quienes me consta no les gusta Nicolás, podrían sumarse a las filas de Henrique si éste los logra convencer. Ese es parte de su reto: capitalizar el descontento.
El miércoles estuvo como invitado en mi programa de radio el profesor Oscar Vallés, jefe del departamento de Estudios Políticos de la Unimet, quien en esa entrevista introdujo una nueva perspectiva para la candidatura de Capriles, una que es todo lo contrario a la que sostienen quienes creen que Henrique puso en riesgo su destino político (incluso su futuro como dirigente). Para Vallés, Capriles, a partir de esta contienda electoral, está concentrando el monopolio como el gran candidato de la oposición. Y esta variable, más que quemarlo políticamente, lo empodera.
Dentro de los vaivenes de la política, ojalá que Capriles no termine siendo el eterno presidenciable de la oposición. Porque, aún perdiendo, podría ser el líder primigenio, por mucho tiempo, de los que no votan por este régimen. Capriles se curtió en estas primeras de cambio y se metió en las fauces del lobo. Ya sabe cómo se bate el cobre; pero, no puede terminar convertido en el eterno candidato opositor. Muchos menos en el perdedor perpetuo.
Reconozco entonces el guáramo de Capriles. A diferencia del discurso cargado de "pajaritos" (¿preñados?) de Maduro, Henrique ha dicho verdades que han calado: no tiene la chequera del Estado, pero de su lado está la verdad y la fuerza que le da el pueblo. Entonces: ¿por quién votará Capriles? Usted tiene la respuesta, amigo lector.
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