JEAN MANINAT
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El triunfo de Henrique Capriles y la masiva participación en las primarias de la oposición venezolana han tenido un importante impacto en la opinión internacional. El consenso de la prensa exterior ha sido que surge una opción democrática, sólida y unitaria con posibilidades ciertas de ganar las elecciones presidenciales de octubre 2012.
Las embajadas en el país; los organismos internacionales y regionales; las agencias noticiosas y uno que otro servicio secreto, seguirán con minuciosidad las declaraciones del hoy candidato para atisbar cualquier mención que roce sus "intereses".
Si hay algo cierto en política internacional es que los pollos sí se cuentan antes de nacer. Hay que ir perfilando desde ya los rasgos de la futura política exterior, la MUD ha adelantado el trabajo, pero el interés se centrará en cómo asume el candidato democrático el tema de las relaciones con los otros países.
Uno de los lugares comunes más arraigados en los análisis de política internacional es la afirmación según la cual: los países no tienen amigos sino intereses.
La realidad es algo más compleja ahora que cuando a mediados del siglo XIX el entonces primer ministro británico, Lord Palmerston, acuñó la frase original hoy deformada hasta la vaciedad: Inglaterra no tiene amigos permanentes ni enemigos permanentes, tiene intereses permanentes.
Hoy en día los gobiernos tienen amigos que generan intereses e intereses que generan amigos. Desentrañar esa madeja es fundamental para el candidato democrático ahora que estará como nunca expuesto al escrutinio internacional.
Son múltiples y variados las cuestiones que tendrá que abordar. Quisiera referirme a las que me parecen más complejas y que por tanto van a necesitar de una dosis de realismo importante:
La afiliación a los diversos grupos regionales y subregionales, la lista es larga, habrá que mantenerla. El ALBA, más un grupo de gobiernos amigos y beneficiarios que una entidad geopolítica, tenderá a languidecer una vez que su inspirador pierda la inspiración que da el petróleo. Con los países miembros será necesario recomponer la relación bilateral sobre nuevas bases.
Los acuerdos de asistencia económica a otros países tendrán que ser revalorados teniendo en cuenta la tradición solidaria que ha caracterizado históricamente a Venezuela. Ya en 1980 el Pacto de San José favoreció a Centroamérica, incluida Cuba, con petróleo a precios preferenciales.
Las relaciones con Brasil y China. La primera economía de la región y la segunda economía mundial tienen intereses, inversiones y préstamos en el país que requerirán de una revisión adecuada para mantenerlos como socios en una relación balanceada. Ambos países manejan una política exterior altamente sofisticada que no admite razonamientos primarios a la hora de abordarlos.
La relación con Cuba es probablemente la más sensible y espinosa para el candidato democrático. El influjo putativo que ha ejercido el gobierno cubano sobre el actual gobierno venezolano, la presencia de una legión de funcionarios cubanos en diversas labores en el país, ha creado una fuerte animadversión en la opinión pública nacional.
Pero Cuba es una realidad política en el ámbito internacional que no se puede desdeñar y con cuyo gobierno se tendrá que redelinear el marco de una relación desprovista de tutelajes, y en la cual la isla se libere progresivamente de la dependencia económica con Venezuela.
El candidato democrático, Henrique Capriles, lo ha señalado: hay que mirar hacia delante.
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