¡Yo lo sabía, lo sabía!, solo 350 mil votos, jajajaja, ni siquiera llegaron a los 500 mil, ¡llamen a cadena, llamen a cadena!
Énder Arenas Barrios
laverdad.com/
La llamada entró directamente al teléfono rojo y la cifra estalló en el tímpano, siguió jubilosa sin pararle bola a la cera y se estrelló en el martillo, hizo vibrar al yunque, se montó en el estribo, se enrolla en el caracol, casi se hace moco en la trompa de Eustaquio hasta llegar al nervio auditivo, pero antes de eso algo tuvo que ocurrir en la cóclea, porque la información que llegó al cerebro y lo que Chávez envió al hipotálamo lo hizo estallar de júbilo: ¡Yo lo sabía, lo sabía!, solo 350 mil votos, jajajaja, ni siquiera llegaron a los 500 mil, ¡llamen a cadena, llamen a cadena!
Diosdado tiene el teléfono en la mano, escucha los gritos de alegría al otro lado de la línea. El hombre está pálido, pero sabe que no puede quedarse callado, está obligado a aclarar y espera una lluvia de insultos, incluso, pueden sacarlo de la presidencia de la AN. Así que tose con timidez, y dice imperceptiblemente, casi que no puede ser escuchado por un oído humano normal, pero no es el caso del oído de Chávez, que tiene una cadena de huesecillos que Dios se la guarde, y que lo hace interrumpir abruptamente los gritos de júbilo y le pregunta a Diosdado, qué quiere decir esa carraspera.
Prrresssidente, responde Diosdado, es que no ha escuchado bien, se atrevió a decirle, pero bajiiito. Chávez, un poco descompuesto, le grita: Coño, Diosdado, como que no escuché bien. ¿Cuál fue la parte que no escuché bien, Diosdado?, le pregunta, ya definitivamente molesto, y Diosdado que casi no puede aguantar las ganas de llorar le dice con pujitos: bueno, no fue que escuchó mal, yo lo dije mal. Allí fue interrumpido bruscamente por el Presidente, quien lo increpa: ¿Qué carajo está pasando, Diosdado? Dios mío, habla claro, estás peor que Soto Rojas, ¡carajo!
Diosdado, hace un silencio de tres segundos, que parecieron tres horas y le dice a Chávez: perdone, Presidente, desde que se implementó el bolívar fuerte he agarrado la mala costumbre de quitarle tres ceros a todas las cantidades de más de seis cifras. Es que le digo una vaina, Presidente, la culpa la tiene el Rodrigo Cabezas. Él es quien tiene la culpa.
Diosdado escuchó la pregunta que no quería contestar: Entonces, Diosdado, ¿cuántos votos fueron? Más de tres millones de votos, Presidente. Solo se escuchó: ¡no me j..., Diosdado!
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