sábado, 19 de noviembre de 2011

Irene, Chávez, Capriles, Arria. Artículo de Alberto Franceschi


Alberto Franceschi
noticierodigital.com



Ojala aprendamos luego del “debate”, que no fue debate, pero sí un tímido intento de exposición contrastada de ideas y propuestas, que cuando se adversa una línea de razonamiento, incluso de forma vehemente, no se quiere atacar personalmente al portador sino “a lo portado”, por ejemplo: el creer que Hugo Chávez cederá gentilmente el poder si se le pide educadamente, o apelar a la ya vieja prédica de NO NOMBRARLO PARA NO DARLE IMPORTANCIA.

Algo así como: evádete espiritualmente de tu celda de prisión pestilente, e imagínate en un prado lleno de flores, disfrutando la libertad, tomados de la mano con tu primer amor adolescente. Al terminar ese “vuelo” te participo que sigues en la celda pestilente solo que el ahogo es aún mayor.

Es cada vez más complicado entender la concepción política de sectores de la oposición en permanente oferta electoral, según la cual hay que buscar el voto chavista en duda o arrepentido y hacerle viable su tránsito al voto opositor para salir del chavismo, a partir de una oferta suave, conciliatoria, acordada, casi condescendiendo con el gobierno rojo, su jefe y sus beneficiarios.

Se llega deliberadamente a suponer que la población humilde, asistida de forma humillante a través de las Misiones, que obligan a la pertenencia clientelar al partido de la estafa, el PSUV, pueden ser mantenidas en esa condición, en un gobierno que sustituya al chavismo, porque casi se aspira a que los hoy usufructuarios de la repartidera de real, sigan siendo convidados en el nuevo reparto, en condiciones disminuidas pero de primerísimo orden.

Se llega al absurdo de creer que si reúnes a los chavistas hasta ayer - y no cederé a la tentación de pasarles una voluminosa factura de débitos que llegue a execrarles de su derecho a cambiar de posición- estos rosados pueden atraer al que todavía se quedó del lado gubernamental, pero que es sindicado de querer también saltar la talanquera, eso sí a fecha cierta, el ya conocido 7 de octubre.

Les juro que hasta ahora yo entendía que ocurría lo contrario, que los portavoces que vinieron de aquel campo, harían un gran favor si no se exhibieran, por aquello de los odios mellizales: la prédica del PSUV y su jefe contra ellos, por lo menos en el paso breve de su “reencauchamiento” no es cierto que les haga presentables.

La razón es sencilla: es tanto lo que tienes que disimular que eres “enemigo confiable” de aquel bando, que terminas asociándote a la viejas ilusiones o intereses, de los que ahora son tus compañeros de ruta en el disimulo de su deserción.

Con sinceridad creo que ese posicionamiento tendrá una consecuencia que bien puede depararles: EL EFECTO IRENE. La bellísima Miss Alcaldesa de Chacao era el símbolo frívolo del cambio que se quería.

La superficialidad de sectores importantes de clase media caraqueña, que data de siempre, la ungió como su baluarte y hete allí que los asesores la enterraron con sus “brillantes consejos”.

Un ex presidente llegó a decir “ella no necesita hablar” porque se le exigía que hablara y ella solo emitía el mensaje aconsejado de paz y amor, con el que además se sentía cómoda.

Era tal la desesperación por atarse a su éxito en encuestas (llegó al 65% real) que un prominente diputado, por demás excelente tribuno, llego a decir, anhelando que le pararan “COPEI no aguanta un guiño de Irene”. Ella hizo más que el guiño, los incorporó, como su soporte fundamental y allí, según muchos, se fue al barranco.
La superficialidad de análisis sería patente si dijeramos que fue el abrazo copeyano el responsable, o como también se explicó, para comprender que Salas Romer no llegó a la presidencia porque acepto el apoyo adeco, copeyano.

En realidad IRENE fue hablando y el país descubriendo que ese mensaje era absolutamente insustancial, y los copeyanos pagaron los platos rotos, más aun cuando la abandonaron por imperativo ideológico de tratar de evitar que Chávez llegara a Miraflores.

Salas no perdió por el apoyo de AD y Copei que aportaron 2/3 de los votos finales por Salas (del 44% del electorado) . El problema fue que también otro tercio de esos votos blancos y verdes prefirieron migrar hacia el lenguaje populista ramplón, que le ofrecía un mejor reparto de real.

Irene y Alfaro en su reconcomio contra quienes los abandonaron también trabajaron para Chávez (recompensas mediante)

¿Sabe por qué ganó Chávez? ¿Por qué polarizó, atrayendo todo el descontento y prometiendo venganzas.

Si se cree que la estrategia es la de disimular las diferencias con el régimen, las que pueden darle resultado ADELANTE, Irene les espera en el abismo lleno de candidatos llenos de buenas intenciones, cuyos mensajes solo interpretaron a aquellos paralizados por el miedo, con mentalidad de rehenes.

Es el llamado Síndrome de Estocolmo, ustedes lo conoce… No es una acusación es apenas un intento de comprensión del fenómeno psico-social que emerge de esa rara concepción según la cual: hay que ignorar la bestia que ataca defendiendo su guarida del poder mientras de nuestro lado se trata de explicarle: amigo, ya es hora que descanse y deje de mostrarnos los dientes, repósese le dicen. Déjenos ocuparnos del tesoro clientelar que usted defiende con tanta fiereza… podemos darle su gran pedazote… pero entienda detrás mío hay muchos que también merecen su bocadito… es más hay muchos que se sienten injustamente echados y quieren su perdón…

Creo con absoluta sinceridad que esa estrategia, ganando en la oposición “pierde corrio” frente a Chávez. Y aclaremos de paso todas estas falsas interpretaciones sobre animadversiones infantiles sobre candidaturas.

Si Capriles asumiera plenamente el mensaje y propuesta de Diego Arria, aunque diste años luz de su conocida experiencia, le reconocería como un buen candidato, entre otras cosas porque tendría a personas como Arria como su mejor asesor.

Pero el hecho es que tenemos la inmensa suerte de contar ya con Arria y todas sus ventajas y una sola desventaja: Hay que desmontar, y créame que es fácil, la matriz de opinión según la cual, un joven de relevo generacional es mejor que alguien que "cometió el pecado" de haber vivido más años, acumulando experiencia y solidez intelectual y profesional, que sencillamente es lo que le hace más apto para el ejercicio de una presidencia de transición, entre el desastre actual y la reconquista de la libertad y la esperanza.

Porque el problema es que lo que se nos proponen desde la juventud política, es la ancianidad de los resabios acomodaticios a la línea de menor resistencia, y desde el liderazgo experimentado se nos está diciendo: ni siquiera sueñes con que un dictador sale del poder sin que se hayan reunido las fuerza para echarlo, más aun en el terreno electoral.

Pero es echarlo… no pedirle gentilmente que se retire, porque entre otros hábitos, quienes desarrollan el instinto de conservación del poder, desafían hasta lo inimaginable para conservarlo.

Viene el derrumbe del que empezó a hablar, y ya apareció el que gente quiere oír, para conducir la batalla de opinión centrada en verdades y no en ilusiones.


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