martes, 20 de septiembre de 2011

El debate de los candidatos acaba con el monólogo por Juan Carlos Zapata

Juan Carlos Zapata
runrun.es/


Este próximo sábado se lanza Leopoldo, que de hecho anda lanzado. El 7 de octubre, Henrique Capriles Radonsky que ha sumado apoyos, Causa R y Podemos, en los últimos días. El fin de semana a Ledezma se le vio en Coro encabezando una masa compacta de adecos. También el fin de semana, Pablo Pérez se fue a Sucre, y a su diestra y siniestra, dos sucrenses reconocidos, Alfonso Marquina y César Rincones. María Corina se mete en los mercados, recorre calles, contacta gente, conquista vecinos y recoge firmas. Estos son los cuatro precandidatos de la foto decisiva.

En la recta final, el panorama lucirá más despejado. Los expertos dicen que quien vaya ganando en noviembre, se alzará con la victoria de febrero. Pero antes, este 26 de septiembre, estos y todos los demás precandidatos, firmarán el pacto de gobernabilidad. (Otro paso exitoso de la MUD). Y luego, vendrá el debate. El gran evento. De gran impacto político.

En un país al que le han impuesto el monólogo. Por lo cual, el debate cobra mayor vigencia e importancia. Lo lanzó Ledezma. Lo aceptó Capriles. Ya Lepoldo dijo que es necesario. Pablo Pérez no escurre el bulto. Y María Corina nunca dice no. Todos son buenos. Todos han afinado el discurso. Cada quien ha ido elaborando propuestas. Y esto es lo más resaltante de esta hora por la que pasa la oposición.

En el otro lado, un discurso repetido, de incumplidas promesas; un discurso viejo, antiguo, del pasado. En el lado de la oposición, visión compartida aunque cada quien en su estilo y en su énfasis. Por ejemplo, la educación como prioridad es una coincidencia real. ¿Y el futuro? ¿La Venezuela del futuro?

Hay que escucharlos para convencerse de que en las primarias no se estará escogiendo a un buen candidato o una buena candidato sino al mejor, la mejor. El otro impacto de este debate es que luego va a obligar al candidato del gobierno a debatir. De lo contrario. Bueno. No hay manera de justificar la ausencia. Porque el monólogo se acaba.

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