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Banderas de Rusia y China adornan las grúas torre que levantan cientos de edificios en un enorme complejo militar a las afueras de la capital venezolana.
Allí, piedra angular de su campaña electoral para las presidenciales de octubre, 20.000 apartamentos esperan que el mandatario Hugo Chávez llegue, dé un discurso y los entregue.
La gran incógnita es cuándo el militar retirado estará en condiciones de cortar el listón luego de que el cáncer que le fue detectado el año pasado recrudeciera recientemente.
A mediados de febrero, Chávez anunció al país que sería sometido a una nueva operación para extirparle un tumor de dos centímetros de diámetro y reconoció que no podrá mantener su incansable ritmo cuando faltan siete meses para las elecciones.
“Lamentablemente no me van a ver (…) no voy a poder seguir con el ritmo que venía in crescendo sobre todo desde diciembre (…) porque estoy obligado a atender esta nueva circunstancia, a repensar mi agenda personal y a cuidarme”, dijo Chávez.
El propio líder socialista ha salido al cruce de versiones que aseguran que el cáncer que sufre ya hizo metástasis, pero la gravedad de su dolencia y las limitaciones que le imponga su tratamiento de cara a una lucha electoral más dura que las anteriores, aún son desconocidas.
“Es posible que Chávez venda la idea de que está recuperado a mitad del año” Su impetuoso estilo de trajinar el país y caminar los barrios populares para estar cara a cara con sus votantes y hablarles durante horas en gigantescos actos públicos podría tener que cambiar drásticamente.
Las rondas de radioterapia a las que será sometido debilitarán aún más su salud obligándolo a recurrir a su poderosa red de televisoras y radios estatales en detrimento del contacto directo con el pueblo.
“Chávez necesita campaña, pero (por la enfermedad) no va a tener la campaña que quisiera, la óptima”, opinó el analista político Luis Vicente León.
“Es posible que Chávez venda la idea de que está recuperado a mitad del año, pero un Chávez dando vueltas por todo el país al ritmo de Henrique Capriles -que es un tipo enérgico-, eso no va a pasar”, agregó.
Pero pocos piensan que el hombre que condensa en la región el antiamericanismo y que se sobrepuso a un breve golpe de Estado y a una huelga que paralizó a la poderosa industria petrolera durante aproximadamente dos meses, esté fuera de combate.
Centro de la escena
Aún en un escenario difícil de predecir, quienes conocen al presidente izquierdista saben que no aceptará estar fuera del ojo público.
“Ni bien empiece a sentirse mejor, comenzará a forzar su salud al máximo, a probarse a sí mismo”, dijo un cercano colaborador del mandatario.
El año pasado, tras cuatro sesiones de quimioterapia y declararse “curado” del cáncer, jugó béisbol con sus ministros, bailó rap en un acto público, presidió una cumbre continental y trotó, junto al presidente peruano Ollanta Humala, en la calurosa Faja Petrolífera del Orinoco.
En las dos semanas que permanece en Cuba, ha estado en contacto con su Gabinete y seguidores a través de mensajes en su cuenta de Twitter y ocasionales llamadas telefónicas. Además de mantener su presencia en las pantallas de televisión a través de la difusión de videos de reuniones de Gobierno y de un encuentro en La Habana con su homólogo colombiano, Juan Manuel Santos.
Sus ministros y colaboradores más cercanos se han encargado de que su imagen y nombre estén presentes en las decenas de masivas concentraciones del Gobierno y de su Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) en apoyo al “comandante”.
Es conocido en los 900.000 kilómetros cuadrados del país que empezó a recorrer tras salir de prisión en 1994. Analistas coinciden en que las necesidades del mandatario, que de ganar se aseguraría 19 años ininterrumpidos en el poder, son menores que las de sus rivales políticos.
Chávez, de 57 años, es conocido en los 900.000 kilómetros cuadrados del país que empezó a recorrer tras salir de prisión en 1994, dos años después de intentar un golpe de Estado contra el entonces presidente Carlos Andrés Pérez.
En las últimas elecciones presidenciales del 2006, luego de una agresiva campaña con masivas caravanas y maratónicos discursos, recogió 7,3 millones de votos, 3 millones más que el candidato de la oposición, el gobernador del occidental estado Zulia, Manuel Rosales.
Su contendiente actual, Capriles, de 39 años, ha tenido una fulgurante carrera política pasando de ser el vicepresidente más joven del extinto Congreso Nacional len 1999 a alcalde reelecto de un municipio capitalino y ahora gobernador del segundo estado más poblado del país, Miranda.
Cargos nada deleznables, pero de un alcance muy limitado. Ahora está obligado a construirse una imagen nacional que espera lograr haciendo visitas “casa por casa”.
Enfermedad no gana elecciones ¿o si?
Tras haber arrasado en las primarias de la oposición el 12 de febrero, las últimas mediciones de al menos tres encuestadoras le dan a Capriles una intención de voto que está unos 15 puntos por debajo de la de Chávez.
Con el barril de petróleo -el principal producto de exportación de Venezuela- sobre los 100 dólares, Chávez alimenta decenas de subsidios para la mayoría pobre del país, lo que le ha granjeado un sólido apoyo electoral desde que ganó la presidencia en diciembre de 1998.
De hecho, el denominado “chavismo duro” creció unos 10 puntos hasta el actual 35 por ciento tras el anuncio de la enfermedad del mandatario.
Para el presidente de la encuestadora Hinterlaces, Oscar Schémel, la enfermedad podría favorecer electoralmente al líder porque “ante los problemas, los venezolanos responden racionalmente, pero ante Chávez responden emocionalmente”.
“Los pobres estamos con Chávez porque aunque no haya resuelto nuestros problemas, tiene buenas ideas, buenas intenciones”En las barriadas populares de Caracas, donde muchos se atienden gratuitamente gracias a la amplia red de médicos cubanos de la Misión Barrio Adentro, no faltan los ejemplos.
“Los pobres estamos con Chávez porque aunque no haya resuelto nuestros problemas, tiene buenas ideas, buenas intenciones y, sobre todo, lo amamos”, dijo Rosa Villanueva, una madre de familia de escasos recursos que aseguró votará para que Chávez permanezca seis años más al mando del país.
No obstante, el factor de impredecibilidad que conjura la postulación de un líder enfermo podría jugar a favor de las aspiraciones opositoras.
Si bien la popularidad de Chávez creció con el debilitamiento de su salud gracias a la intensificación del lazo afectivo y reducción del juicio crítico, esa aparente ventaja se irá diluyendo mes tras mes.
“Chávez no va a ganar por estar enfermo. La enfermedad puede ganarle simpatía pero no votos porque la enfermedad hace cortocircuito con el futuro y la solidaridad es efímera”, opinó León, también presidente de la encuestadora Datanálisis.
Por primera vez desde que Chávez llegó al poder, sus rivales políticos unificaron fuerzas detrás de un solo candidato y parecen tener una opción real de llegar al Palacio de Miraflores con una agenda que promete abordar los problemas recurrentes que aquejan al país como inflación, inseguridad y desabastecimiento.
Cortejar al centro político
En la polarizada Venezuela se conoce como “ni-ni” a quienes no se identifican con la oposición o el chavismo. Según la mayoría de encuestadoras, ese grupo de indecisos representa un tercio del electorado, por lo que ambos bandos saben que su apoyo inclinará la balanza electoral a su favor o en su contra.
“Los chavistas le dan un cheque en blanco al Presidente. Los opositores votan contra Chávez. Nosotros evaluamos las opciones”, explicó Anderson Gómez, un joven estudiante de derecho que se autodefine como “ni-ni”.
Para cortejar a ese centro político, el chavismo busca afianzar la idea de que sin su líder en el Palacio de Miraflores los beneficios para los más necesitados cesarán de golpe y una vuelta al pasado será inminente.
“Una percepción de restauración de la exclusión del modelo neoliberal que pudiera percibirse en la oferta de Capriles ahuyentaría al centro político”, opinó Schémel.
Tras años de descontento social, Chávez llegó a la presidencia en febrero de 1999 sobre una ola de popularidad sin precedentes y con el objetivo de cambiar el clásico sistema bipartidista que gobernó el país desde el retorno de la democracia hasta mediados del siglo pasado.
“El mayor enemigo que tiene hoy Chávez es la salud”“El mayor enemigo que tiene hoy Chávez es la salud. Y la estrategia de la oposición es hacer sentir incertidumbre, que no va a poder gobernar”, dijo Jesse Chacón, presidente de la encuestadora GIS XXI, cercana al oficialismo.
A pesar de lo que asegura el Gobierno, la oposición ha preferido guardar silencio sobre la enfermedad del jefe de Estado y se ha dedicado a desearle pronta recuperación para poder derrotarlo en las urnas.
Chávez, sofista curtido, seguirá intentando llevar a Capriles a la confrontación.
“Vas a tener que confrontar majunche (mediocre). Confrontar o salir corriendo (…) A mi me gusta la confrontación y el majunche anda evadiéndola”, le soltó antes de su último viaje a Cuba.
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