Leopoldo Puchi
eltiempo.com
En siete meses los electores estarán obligados a escoger entre dos opciones, la que representa Hugo Chávez y la que expresa Capriles Radonski. Una importante porción de venezolanos que no se identifica con ninguna de estas alternativas no ha encontrado expresión en una candidatura diferente, una tercera vía. Así que las circunstancias conducen a que tengan que escoger entre dos males, dos visiones y conductas políticas que no satisfacen sus aspiraciones.
La candidatura de Hugo Chávez está marcada por un mal desempeño de la gestión pública a lo largo de estos años de gobierno, lo que se expresa en áreas sensibles como la de la seguridad personal, con una delincuencia desbordada, o en la esfera económica, con los altos índices de inflación. A lo que se le añade el sectarismo en el ejercicio de la política, la arbitrariedad de muchos actos de gobierno y las distorsiones en la concepción del modelo socialista. Estas son razones que pueden explicar que sectores provenientes de la izquierda no respalden a Hugo Chávez.
La candidatura de Capriles Radonski se ubica en la centroderecha, lo mismo que el arco de fuerzas políticas y sociales que lo sostiene. El eje programático elaborado por los partidos de la Mesa de la Unidad se inclina hacia el neoliberalismo, la desregulación económica, las privatizaciones, incluso de Pdvsa, y la reubicación de Venezuela en el dispositivo geopolítico estadounidense. Estas son razones suficientes para que sectores que se consideran progresistas no respalden la opción de Capriles.
Al dilema que plantean estas circunstancias no es fácil darle respuestas. En todo caso, las decisiones que se tomen, en uno u otro sentido, no pueden basarse en el autoengaño. Se sabe lo que significa Chávez y lo que representa Capriles, más allá del marketing electoral y los posicionamientos publicitarios de éste hacia el centro, lo popular o el progresismo. Campaña es campaña. Por esto resulta inexplicable que organizaciones que se autodefinen como de izquierda hayan decidido apoyar a Capriles sin que mediara un acuerdo sobre temas cruciales, y que en lugar de ello se le haya entregado un cheque en blanco.
Argumentos pragmáticos o de carácter táctico pueden esgrimirse para justificar una decisión como la señalada, pero no hay motivo para mimetizarse, ni para aparentar proximidades ideológicas que no existen. El proyecto de la MUD y de Capriles es el que es. Si se quiere realizar una alianza hay que explicar las causas específicas que conducen a ella, pero es necesario decirlo abiertamente y sin inventar razones que no son tales.
La evolución económica y política del país debe realizarse dentro de las coordenadas del acto constituyente de 1999. En ese esquema no es admisible un capitalismo neoliberal, como tampoco lo es un socialismo a la antigua, no democrático, por lo que es indispensable que tanto el Psuv como PJ progresivamente ajusten sus planteamientos y puedan convertirse en opciones positivas y aceptables por la sociedad venezolana. Sólo así Venezuela estaría dispensada de escoger entre dos males.
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