EUGENIO G. MARTÍNEZ
En twitter: @puzkas
Cíclicamente, antes de cada elección, algún generador de opinión pública, uno que otro periodista o algún ciudadano preocupado descubren anomalías en el Registro Electoral (RE). Anomalías que se convierten en información de difusión viral a través de las cadenas de Blackberry Messenger o con enlaces difundidos por las redes sociales (Twitter y Facebook principalmente).
Valoremos algunos de los datos que aparecen -o están por hacerlo- en esta difusión viral. Al 31 de enero de 2012, en el padrón de votación que se utilizará en la elección presidencial del 7 de octubre, existen dos personas que tienen como nombre Superman, seis que se llaman Tarzán, cuatro están registradas como Pelé, 105 ostentan el nombre de Hitler y otro se apellida Mojón Mojón. ¿Son votos fantasmas? No. En absoluto.
Las revisiones técnicas que se han realizado entre 2005 y 2007 demostraron que estas personas existen y por lo tanto -a pesar de los extravagantes que fueron sus padres al momento de presentarlos en las prefecturas de su época- tienen pleno derecho al voto. El problema no se relaciona entonces con el Registro Electoral, sino con la base de datos de la que se nutre el padrón de votación: el Archivo de Venezolanos Cedulados.
Sólo como referencia hay que recordar que en el año 2007 se intentaron incluir en la Ley de Registro Civil disposiciones que evitaran que los venezolanos registraran a sus hijos con nombres como Nnmchi Onuchukwuokov, Vagina o Usnavi. No obstante, la presión social evitó que estas disposiciones prosperaran.
Si obviamos los nombres curiosos que nutren las cadenas de correo electrónico que estaremos recibiendo este año podemos encontrar datos duros y más contundentes: (Advertencia: en los próximos días recibirá estos datos como prueba de los votantes fantasma para la elección presidencial) 19.496 electores zulianos llegaron a tener como fecha de nacimiento el 15 de marzo de 1974; 2.264 personas que tienen como apellido González, nacieron el mismo día en el estado Zulia; 2.622 personas con números de cédulas diferentes, pero igual nombre, apellido, fecha de nacimiento y cédula, estuvieron inscritos en el mismo centro de votación; 4.533 personas inscritas con igual número de cédula pero diferentes nombres y apellidos; 14.213 naturalizados que aparecen tanto con su cédula de identidad de extranjero como de venezolano.
Estas inconsistencias no son nuevas, no se acaban de descubrir. Incluso se reconocen en el informe elaborado en 2006 por 18 técnicos de las universidades Católica Andrés Bello, Simón Bolívar y Central de Venezuela. No obstante, la mayoría de estos errores se corrigieron entre 2006 y 2007 lapso en el cual el CNE -con la supervisión de los técnicos de los partidos políticos- modificó 1.185.458 registros para intentar eliminar del padrón fechas de nacimientos extrañas, nombres coincidentes, etc. Eso sí, lo que no se puede cambiar en el RE es el nombre de los electores por muy extraño, inusual o absurdo que parezca.
Si nos olvidamos del RE y nos trasladamos al Archivo de Venezolanos Cedulados observaremos otras anomalías estadísticas: 232.714 ciudadanos que poseen cédula de identidad de la serie 22 millones, tienen, en promedio, 38 años; mientras 189.730 ciudadanos que recibieron cédulas de identidad de las series 23 y 24 millones, tienen en promedio, 42 años de edad.
Cualquier persona -sin mayores conocimientos en estadística- que verifique minuciosamente las fechas de nacimiento que aparecen en el Registro Electoral encontrará que estos datos pueden ser incompatibles con lo que puede considerarse un comportamiento poblacional normal. Es eso, o los venezolanos tenemos épocas de celo muy específicas. Probablemente este espacio no alcance para enumerar las curiosidades y anomalías que pueden detectarse en nuestro padrón que -insisto- se nutre de los datos del Archivo de Venezolanos Cedulados ¿Eso qué significa?
Es imposible negar que el Registro Electoral y el Archivo de Venezolanos Cedulados tengan errores. Errores que en el caso del padrón de votación corresponden a menos de 4% del total de registros -según el análisis que en su momento realizó en 2005 el Centro de Asesoría y Promoción Electoral de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos- lo que coloca a nuestro padrón, a pesar del Sr. Mojón, Hitler y Superman entre parámetros internacionales aceptables.
¿Las anomalías que se han enumerado en este texto son producto de un sesgo político o son parte de negligencias administrativas? Hasta ahora las revisiones técnicas realizadas demuestran que la mayoría de los errores son generados por descuidos administrativos; descuidos administrativos que no tendrían impacto en una elección de ámbito nacional -salvo que se repitiese en Venezuela el caso de la diferencia pírrica de 2006 en la elección presidencial mexicana entre Felipe Calderón y López Obrador- No obstante, aunque la posibilidad que los errores en el RE modifiquen la voluntad popular el 7 de octubre sea casi nula, si debe advertirse que existen anomalías que sí podrían condicionar los resultados de comicios locales en 116 municipios que poseen sobre cobertura electoral (más votantes que habitantes).
Las revisiones técnicas de Capel y de la UCAB, USB y UCV también demostraron que todos estos errores son focalizados, por lo tanto se podrían corregir siempre y cuando existiera la voluntad política para hacerlo, voluntad que solo se exhibió en el año 2006.
La verificación técnica del padrón de votantes es vital, sin embargo se debe entender que no se contribuye al proceso de depuración y análisis del Registro Electoral si continuamente se reciclan denuncias que ya fueron investigadas -y aclaradas- en su momento, en estos meses es importante no perder la orientación de la que deben ser las prioridades electorales y políticas.
Identificar anomalías es vital para poder idear mecanismos de control, esa es la prioridad; no preocuparse porque dos familias decidieron en su momento -con la complicidad del prefecto de turno- llamar a sus hijos Superman.
emartinez@eluniversal.com
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