Edgard Gutiérrez
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Estamos a menos de cuatro semanas de la contienda presidencial. Estamos en la fase de remate.
El país todo vio el jueves pasado las descolocadas declaraciones de William Ojeda en contra de Henrique Capriles. Días antes habíamos apreciado en detalle, como el nuevo mejor “vocero” del oficialismo, David De Lima, atacaba los supuestos planteamientos económicos del candidato opositor. Ayer apenas vimos cómo cuatro partidos –muy pequeños, hay que señalarlo– que respaldaban la opción unitaria, ahora son “representados” por el mismo De Lima y deciden abandonar su postulación. El gobierno encarta cientos de miles de ejemplares del denominado por ellos “paquetazo” y por si fuera poco, el propio candidato aspirante a la reelección se hace eco de todas estas afirmaciones para señalar los “problemas” que enfrenta la candidatura de su adversario. Dice que su victoria es “inevitable”.
Mientras escribo estas líneas, en el aeropuerto Bartolomé Salom de Puerto Cabello militantes del oficialismo escenifican actos violentos para impedir la llegada de Henrique Capriles a esa localidad.
Más de lo mismo fue lo que vimos el fin de semana en la parroquia La Pastora de la ciudad capital.
El gobierno, definitivamente, escogió como será su remate.
Atacando despiadadamente, apelando a la “propaganda negra”, impidiendo el despliegue de actividades de campaña de HCR y además, generando dudas sobre su eventual presidencia. Ya no tengo la menor duda. Si partimos de la premisa que Hugo Chávez tiene un techo electoral ya, que no podrá aumentar, pues, sencillo: necesitan bajar a Henrique Capriles.
“Hay que bajarlo, como sea, pero hay que bajarlo”
Visto que la campaña oficial ha cometido errores importantes en cuanto a disciplina, organización y manejo disperso de sus mensajes, recurrir a la táctica de los ataques a un nuevo nivel, cobrará protagonismo en la mente de los estrategas del Comando Carabobo.
El razonamiento es muy simple: si no se puede ampliar los niveles de intención de voto de Chávez, pues lo lógico es –al menos– detener el crecimiento del oponente recurriendo a la amplificación de sus negativos. Más que pensar en captar nuevos electores aún indecisos (en este momento, ya quedan cada vez menos), la campaña Carabobo pensará en que es preferible impedir que los conquiste HCR. El elemento subyacente a esta forma de pensar, podría explicarse en la “ventaja” que ellos consideran tener en el día de la elección, pues el poder de movilización y chantaje del Estado será en definitiva, lo que podría apuntalar su triunfo.
En todo caso, aunque desde muy temprano el Gobierno recurrió a la matriz de la “invencibilidad” de Chávez y de la “inevitabilidad” de su triunfo apelando a enormes diferencias en los sondeos de opinión; es costumbre observar en sus comunicaciones que el descrédito y el “asesinato moral” al rival es parte esencial de sus mensajes. Sin embargo, mucho de esta práctica casi siempre se concentra en los canales oficiales que son habitualmente consumidos por sus propios partidarios –logrando un reforzamiento de los mismos–, pero no expandiendo su electorado. Lo que se presume es que ahora intentarán por todas las vías, es contraer el electorado posible de HCR con ataques que puedan surtir un efecto de desencanto, preocupación o revisión en electores ubicados en la franja media en el mercado político.
Aunque históricamente el chavismo siempre ha utilizado la publicidad mayormente en términos positivos para reforzar la “obra” de gestión, los beneficios sociales y el carisma de su máximo líder; no es descartable que en esta oportunidad puedan combinar ambos tipos de campaña para inocular mensajes agresivos contra la candidatura de HCR en medios radioeléctricos privados de alta sintonía.
¿Cuáles serán esos mensajes? Pues ya hemos visto varios antes. Lo nuevo es el volumen que van a tener: Capriles es una amenaza. Capriles revertirá todos los beneficios. Capriles gobernará excluyendo. Si Capriles gana se acabará la estabilidad y vendrá el caos. Veremos más y más comunicaciones vinculadas a las cualidades personales “negativas” del abanderado de la MUD y además, se intentará distorsionar el record como gobernante de Capriles como primera autoridad del Estado Miranda. Todas estas ideas, están transversalmente unidas por un mismo objetivo: sembrar dudas y alejar a los “votantes ganables”.
¿Podrá el gobierno ser efectivo y detener o al menos ralentizar el ascenso de su adversario?
¿Ejerciendo mayor presión podrá lograr que el Comando Venezuela cometa errores?
O por el contrario, ¿esta estrategia de despliegue total y final de ataques se les revertirá?
En el cementerio de los perdedores de muchas campañas electorales hay muchas lápidas con esa inscripción.
Como siempre, a su disposición en las redes sociales en mi cuenta de Twitter @gedgard
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