Fausto Masó
noticierodigital.com
Chávez posee dos rostros: hay uno para consumo local, bocón, amenazante, militarista; otro, en cambio, para el público internacional al que se presenta como un auténtico oxímoron, pretende ser demócrata y revolucionario marxista a la vez, un Allende del siglo XXI que contase con las armas del ejército y que se jacta de ser cristiano y discípulo de Marx, sin haber leído El Capital, pero sí oído, e imitado, a los predicadores evangélicos de los Llanos.
El Chávez local nunca visita uniformado Buenos Aires ni afirma ser un simple soldado en Brasil, consciente del rechazo al militarismo en América Latina. En el período electoral permite que sus ministros se reúnan con los que esconden el diablo bajo la sotana y ordena suspender la cuña del corazón.
En realidad, necesita desesperadamente que la oposición avale su condición de demócrata en América Latina, pero sigue utilizando las instituciones públicas en su campaña y hasta Tibisay Lucena le echa una mano en un acuerdo electoral, en el que no se mencionan el ventajismo ni las cadenas, y el Consejo Nacional Electoral condena la violencia y la agresión en abstracto, sin referirse a lo ocurrido en La Vega.
Capriles Radonski compite contra el Gobierno, no contra un candidato. Esto se nota escandalosamente en los pueblos del interior donde todas las emisoras de radio y los periódicos locales responden a las órdenes oficiales y de lo dicho por Capriles se enterarán solo los que lo escuchen directamente en un acto público.
En estos días el canal 8 entrevista a ciertos dirigentes de la oposición, pero los ministros y diputados oficiales renombrados no aceptan participar en un programa de Globovisión o de Radio Caracas Radio como Golpe a golpe; quieren fingir que el pobre candidato oficial, sin recursos, sin medios a su alcance, sufre un espantoso bloqueo informativo y que solo le queda el escaso tiempo que le concede la televisión oficial.
En un toque maquiavélico, cuando haya más periodistas y observadores internacionales en Caracas, se intentará ocultar el ventajismo más escandaloso del mundo, aun cuando Andrés Izarra continúe siendo ministro de información y director de publicidad de la campaña oficial.
Hay una tesis cómica para explicar que Chávez todavía no sea rechazado por todos los venezolanos: atribuirle propiedades místicas, suponer que el venezolano común lo considera un Negro Primero.
En más de una elección Chávez ha sido derrotado y en otras ha ganado porque la oposición cometió la estupidez de no participar en los comicios, su carisma no sobrevivió a la situación económica, y hay una relación clara entre el aumento del circulante y la popularidad presidencial.
Hace dos años los candidatos de Chávez sacaron menos votos que los de la oposición en las elecciones legislativas, obtuvieron un número mayor de asambleístas por unas reglas tramposas, por el cambio de los circuitos electorales.
El carisma de Chávez, su supuesta conexión mágica con los pobres, su vínculo irracional y telúrico, desaparecería si no contara con el respaldo abierto de un petroestado, pues en ocasiones el apoyo del pueblo hacia el mandatario ha caído a 20%.
No hay nada de prodigioso en el fervor popular que despierta, parecido al que generaba Carlos Andrés, afirma Paulina Gamus en sus memorias de próxima aparición, sólo que Pérez, un verdadero demócrata, nunca practicó ninguna clase de ventajismo.
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