Manuel Malaver
noticierodigital.com
Están asustados Chávez y los chavistas, el PSUV y el gobierno, los cubanos y el Comando de Campaña que llaman “Batalla de Carabobo”.
Diría que, aún más: están aterrorizados. Una razón fundamental, es que el candidato presidencial se les puede quedar en el camino; y otra, que si insiste en hacer lo que no puede, ni debe, será aplastantemente derrotado por Henrique Capriles Radonski en las elecciones presidenciales del 7 de octubre próximo.
Por eso, están como el perdido que por miedo a la oscuridad se pone a silbar de puros nervios, dándose ánimos ante una fatalidad que el país percibe se desencadena de una manera rápida e implacable.
Inventan estocadas, como la del embargo a los bienes de Globovisión que el jueves pasado acordó el TSJ, pero de una forma tan torpe e improvisada, que lejos de amedrentar al canal de la Alta Florida, lo repotenció quintuplicándole la teleaudiencia y dejándolo con más punch y credibilidad que nunca.
A su lado, se reducen y casi se evaporan los medios oficiales, los que, presuntamente, venían a hacer realidad la política de “hegemonía comunicacional” y lo que hacen es envilecer la palabra y la imagen, mientras dejan filtrar (ahora sí) el mensaje subliminal de que: “Hay un camino”.
Pero hay que seguir inventando, mintiendo, traficando, como es el remache que se hace un día sí, y otro también, con las llamadas “encuestas puyadas”, unos adefesios pagados por las partidas secretas de Miraflores, y el ministerio del Interior y Justicia, donde se dice que Chávez gana con 15, 20, 25 y hasta 30 puntos.
O sea que, una grosera e inmerecida ofensa al intragable doctor Joseph Goebbels (el que inventó aquello de que “una mentira dicha mil veces se convierte en verdad”), pero manejando falsedades mucho más burdas, grotescas e infames.
Pero cuando, a la desverguenza de mentir se une el dinero, se pueden hacer milagros y las “encuestas puyadas” no solo existen y actúan, sino que, cómo las crías de las ratas de albañal, se multiplican a una velocidad asombrosa.
El candidato de la oposición, por el contrario, Henrique Capriles Radonski, dice que, ni manda a hacer, ni paga encuestas, y, creo que si lo apuran mucho, hasta podría decir que “no cree en ellas”.
Es decir, afirma que las toma como lo que son, una fotografía que congela un segundo de la realidad electoral, que a lo sumo refleja una tendencia tan o menos credible según se acercan o alejan del minuto final.
Recientemente dijo (más o menos) esta frase que me impactó: “Los chavistas dicen que ganan las elecciones en las encuestas, mientras yo las gano en la calle”.
Y no es un decir, pues mientras los sanedrines y conciliábulos chavistas mandaban cartapacios con sus números a imprentas que no paraban de trabajar, Capriles reunía un millón de manifestantes en Caracas, y viajaba por Maturín, Ciudad Guayana, Puerto La Cruz, Mérida, Maracaibo, San Cristóbal, Calabozo, Barquisimeto, Barinas, y otras capitales donde se le unían tantos, o más seguidores.
En el corazón de un barrio de la región centrooccidental del país una señora lo abrazó y le dijo una frase que pasó ser uno de sus slogans de campaña: “Este flaquito va ser presidente”; en cambio que los mensajes, frases, y etiquetas de la campaña de Chávez vienen de los años 60 y de La Habana, de donde solo salen luego de ser revisados por dos ancianos que cuando oyen la palabra “elecciones”, echan la mano a sus revólveres: Raúl y Fidel Castro.
Son antiguallas que ignoran, por ejemplo, el horror de la violencia carcelaria, cuya cobertura durante la crisis de la cárcel de El Rodeo, le generó el embargo a Globovisión, el único canal de televisión realmente independiente del país y que, por un empeño tan peregrino, como irracional, le valió una acusación “por instigación a delinquir y promover la violencia”.
Anjá, muy interesante, el gobierno abandona las cárceles y permite que la delincuencia organizada las penetre y controle, los recintos son surtidos de armas de todo tipo y de drogas, y de oro y de otros bienes producto de sus fechorías, los presos se amotinan en protesta contra un estado fallido que lo has dejado de la mano de Dios, el único canal de noticias independiente hace su trabajo, y son los responsables de la violencia, del abandono, del amotinamiento, y de que 5 oficiales de la GNB hayan sido asesinados, pero sin que se conociera nunca cómo, por qué y quiénes fueron sus asesinos.
¿Y el ministro del Interior y Justicia, Tareck El Aissami, responsable del buen funcionamiento de las cárceles del país; y la Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz, que debe velar porque los presos sean juzgados garantizándoles un irrestricto respeto al debido proceso, y la Defensora del Pueblo, María Gabriela Ramìrez y la recién nombrada ministra de Asuntos Penitenciarios, Iris Varela y el presidente de la República, Hugo Chávez?
Pues muy bien, gracias, todos viendo a distancia la crisis penitenciara, pero, eso sí, preparados para cerrar a Globovisiòn porque es responsable de los terribles sucesos donde se derramó sangre inocente venezolana, mientras los altos funcionarios de la administración, solo estaban pendientes de que Chávez gane las elecciones, bien participando directamente en la campaña, o barriéndole los obstáculos.
Es una situación absolutamente sui géneris y sin precedentes en América latina y en el mundo, ya que el gobierno permite que los problemas surjan, crezcan, fluyan, se agudicen, hagan metástasis, pero luego, al aproximarse las elecciones, se acuerdan de que están ahí, y se pueden improvisar algunas soluciones para conseguir votos.
En otras palabras, que los problemas y las personas a las cuales afectan solo están, solo existen, si son propicios para utilizarse en la pesca de votos para el candidato oficial.
Un ejemplo cabal de ello, podría ser el déficit habitacional que ha sido fijado, conservadoramente, en 4 millones de viviendas, pero que Chávez dejó correr y aumentar, desde los 2 millones en que lo encontró en 1998, hasta la vaguada de noviembre del 2010, cuando él, o sus asesores, se dieron cuenta que podía ser una carencia, que bien manejada, podía convertirse en una mina de sufragios,
Ha sido uno de sus caballos de batalla de la campaña electoral, creó una misión, la “Gran Misión Vivienda” para solucionarlo, se encontró que las grandes compañías constructoras privadas habían sido quebradas por capitalistas, explotadoras y sanguijuelas, por lo que entonces, la mayoría de los contratos los puso en manos de iraníes, rusos, bielorrusos y chinos que tienen déficits de vivienda que decuplican los venezolanos.
Pero que al fin no pudieron hacer nada porque se encontraron con la sorpresa, de que en Venezuela, el déficit habitacional es precedido por el déficit en los materiales de construcción que han desaparecido, según han colapsado las empresas públicas que producían hierro y aluminio.
Pero es que tampoco había cemento, porque hace año y medio, Chávez, estatizó la primera cementera nacional, porque y que era de unos capitalistas mexicanos y desde entonces el indispensable elemento para la construcción de paredes y pisos, se ha vuelto tan escaso como el titanio.
Lo que si hubo, hay y habrá es plata, dinero, petrodólares y los constructores iraníes, chinos, rusos y bielorrusos se van con una buena provisión de ellos, pues las pocas casas que construyeron fue a través de intermediarios que, por venezolanos, recibieron paga de esclavos.
Pero nada que perturbe a los cazadores de votos encabezados por Chávez, los cuales piensan, que se pueden ganar unas elecciones sin darle casa, salud, educación y seguridad a nadie…y que lo que no se puede hacer es ganárselas a Capriles, y mucho menos a Globovisiòn.
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