JAVIER ESPINOSA
ElUniversal
La estrategia del Gobierno es militar. Su campaña se basa en la desmoralización sistemática del enemigo. Para vencerlo hay que demostrarle que antes de empezar la guerra, esta se tiene ganada.
En consecuencia, el Líder hace planes para el 2031. Su infantería, el pueblo manipulado. Su caballería, los medios de comunicación revolucionarios. Su armada: el aparato del Estado. Su aviación, las encuestas pagadas por el Gobierno, que dejan caer sus puntos destrozando supuestamente al majunche, humillante término que usan para compararlo con el sólido y todo poderoso Líder.
El Líder se descubre y encubre en su trance existencial. Juega a confundir a la unidad democrática, al chavista indeciso, al potencialmente traidor, y a esa parte del pueblo que lo ama y espera anhelante que supere el designio de Dios.
¿Por qué no hay un parte médico? ¡Como lo habría de haber si esto estimularía al enemigo a superar su desconcierto y pelear con más claridad!
Sin embargo, Capriles es boxeador; golpeó, primero, con una campaña penetrante y unificadora en el corazón de Venezuela. Neutralizó la polarización de la que tanto se valen los chavistas para acumular votos desesperados por la inestabilidad política. Su gobierno incentivará la propiedad privada, promoverá un plan educativo, y noqueará a la delincuencia.
Esto le permitirá al pueblo montarse en el autobús del progreso.
Capriles gana las elecciones presidenciales si neutraliza la estrategia del adversario. Este nunca es de fiar. Gana, si convence al pueblo de que la ineficiencia y corrupción del Gobierno actual empeorará aún más su calidad de vida. Gana, si realmente ejecuta un plan de gobierno acorde a las entradas petroleras que recibe el Estado, eliminando la pobreza.
Javier Espinosa
javierespinosa05@gmail.com
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