Tendrá el reto de generar compensadores para competir con un líder enérgico y joven
LUIS VICENTE LEÓN
En Twitter: @luisvicenteleon
Chávez está enfermo. No hay sorpresa sobre eso. Lo que no sabíamos (y tampoco sabemos ahora) es cuán relevante es su enfermedad en términos de abordar la campaña y, en caso de ganar, ejercer la presidencia durante 6 años más, completando un gobierno de 20 años, sin contar con otras reelecciones con las que ha "amenazado".
Es evidente que la matriz de opinión que genera su enfermedad no es el mejor escenario de campaña. Su propia estrategia previa lo demuestra. Luego de que el "momentum" positivo de solidaridad posterior a su primer anuncio de estar enfermo se desinfló dos meses después, la gente le exigió a Chávez mucho más que información sobre su salud. Y él se lo dio. En octubre aumentó el gasto público, lanzó nuevas misiones y decidió curarse: "no tengo ni una célula cancerígena en mi cuerpo". Es claro que esa era la mejor opción para un candidato. No dudo que él confiara que el problema estaba en vías de resolverse, pero lamentablemente esa enfermedad es relancina y traicionera. En todo caso, su estrategia "conveniente" era construir una matriz de opinión de recuperación absoluta para no distraer a los electores de sus misiles más importantes: plata, miedo a perderla y caos sin él.
Chávez necesitaba evitar que la oposición creciera antes de sus primarias, sabiendo que luego de ellas lo haría. Su estrategia le dio resultados y su popularidad volvió a crecer, no por su enfermedad sino por su recuperación. Pero es obvio que la vida le jugó una mala pasada y no pudo evitar el tema de nuevo en el tapete, moviéndose hacia un escenario no deseado: Chávez enfermo, en plena campaña.
El impacto inicial de este anuncio puede preverse. A corto plazo su popularidad puede crecer por solidaridad, pero esta segunda vez será probablemente menos potente y más corta. La campaña es muy larga como para alimentarla de solidaridad por tantos meses. El costo de un futuro comprometido por la enfermedad, en un evento presidencial que compra precisamente futuro, no es despreciable. Esto termina por hacer cortocircuito con esa oferta. No estoy diciendo que Chávez perderá por esta razón. No podemos proyectar cómo se desenvolverá la campaña desde ahora hasta octubre (qué pena con los linealpensantes), pero lo que queda claro es que si Chávez gana, no será por estar enfermo... sino a pesar de estarlo. Tendrá el reto de generar compensadores para competir con un líder enérgico y joven, que estimulará a la población a comparar y mientras Chávez esté debilitado físicamente y fuera de combate en la campaña, no hay duda a quien favorece esa comparación.
Por lo pronto, la estrategia de secretismo absoluto sobre la enfermedad parece que alcanzó también a los hombres de confianza del Presidente, quienes no sabían de la recaída de su líder hasta su anuncio público. No importa sus explicaciones posteriores. Simplemente no sabían porque no debían saber para garantizar el secreto hasta que Chávez (y quienes sí manejan su estrategia en este sentido) decidiera si era indispensable anunciar el problema o no. Si la propia cúpula del chavismo no tiene información sobre la real situación de salud de Chávez, imaginen ustedes los mandos medios y las bases. No será fácil reducir los riesgos de conflicto interno por lucha de poder, a menos que el Presidente resuelva su principal tarea pendiente: aclarar una ruta de sustitución dentro de la revolución, la necesite urgente o no y eso también puede resultar conflictivo.
Mientras tanto, la estrategia esperada de Capriles es que siga con la ruta que se había planteado: cero confrontación, "trotar" por todo el país y desear, al mismo Chávez que le llamó cochino, éxito en su operación, pronta recuperación y larga vida... deseo al que me sumo.
Luisvleon@gmail.com
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