TOMAS HORACIO HERNÁNDEZ
En twitter: @TomasHHR
El Presidente está desconcertado por los 3 millones de votos y prueba de ello han sido sus ofensivas alocuciones. A él que le encanta hablar de expresiones de boxeo le decimos: prepárese para seguir recibiendo ganchos. Desde hace años hemos podido ser testigos de su volátil vocería. En la gran mayoría de sus apariciones públicas es un vocero impecable con un mensaje consistente. Sin embargo, cuando se deja llevar por sus emociones se torna en una persona impulsiva que deja ver sus costuras.
A pesar de no haber mencionado el nombre del abanderado de la unidad, Henrique Capriles Radonski, el Presidente venezolano se ha dedicado esta semana a tratar de desmontar su discurso. El jefe de Miraflores ha estudiado el discurso de Capriles con calma y seguramente disfrutó el mismo con unas úlceras. En sus cadenas del día jueves perdió el control de sí mismo al llamar cochino a Capriles, calificarlo de majunche al menos 20 veces e incitarlo a caer en la confrontación. Somos uno de los países más violentos del mundo y todavía se cuestiona cuál es el origen de la causa. ¡Vaya ironía!
Las reuniones del círculo de confianza del Presidente han debido ser bien álgidas esta semana. Más allá de la cantidad de personas que expresaron su voluntad popular el pasado domingo lo que le debe llamar la atención al Presidente es el por qué nunca se imaginaron ese escenario. Es decir, la cantidad de votos de la oposición, la muestra de una verdadera unidad y el aval del Consejo Nacional Electoral han colocado al oficialismo en un escenario de alto riesgo y sin margen de error.
La cuenta regresiva para las elecciones de octubre ya empezó y al Gobierno le quedan todavía muchos cabos sueltos. La inflación que viene frenada por un control de precios y dólares de Pdvsa en la calle va a provocar otro problema en el corto plazo; el desabastecimiento. La inseguridad sigue siendo el mayor problema para los venezolanos y a la cantidad de refugiados que aún esperan su "casa prometida" ya se le está acabando la paciencia. Con 13 años en el Gobierno es difícil que el argumento de "la culpa la tiene el imperio y la cuarta república" cale entre esos venezolanos. Los casos de corrupción en el Gobierno son cada vez más frecuentes y más visibles, un ejemplo ha sido el exministro Loyo. La misión que sí están ejecutando a cabalidad muchos de los rojos es: Misión raspa la olla.
Si el Presidente venezolano, con lo expuesto anteriormente, está fuera de control, el resto de los voceros andan perdidos en el espacio. Esta semana vimos desde La Hojilla hasta Jorge Rodríguez contradecirse en diversas oportunidades y demostrarnos su dominio deficiente de la matemática. Les duele enormemente la luz que se ve al final del túnel.
En todo caso esta semana ha sido para el recuerdo. Ahora tenemos 3 millones de votos en el bolsillo, mientras en Miraflores todavía están viendo estrellitas.
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