Hugo Chávez y Henrique Capriles se han atacado mutuamente sin citarse por su nombre en la campaña, una forma de invisibilizar al rival, que en el caso del presidente ha ido más lejos con insultos y su rechazo a aceptar un debate reclamado por el líder de la Unidad.
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El presidente, aspirante a mantenerse 20 años en el poder de ser reelegido en los comicios del 7 de octubre y favorito en los sondeos, ha acuñado una larga serie de epítetos para referirse a su adversario como "majunche" (poca cosa), "cochino", "gran cobero" (mentiroso) y hasta "fascista". Ni una sola vez lo ha llamado por su nombre.
"Mi misión será quitarte la máscara, majunche, porque por más que te disfraces, majunche, tienes rabo de cochino, tienes orejas de cochino, roncas como un cochino: eres un cochino", advirtió Chávez días después de que Capriles fuera elegido en unas primarias en febrero candidato único de la oposición.
Una estrategia frente a la que el ex gobernador del estado Miranda (norte) ha apostado por no pagar con la misma moneda, asegurando que los venezolanos están "cansados" de la agresividad en el discurso político.
"El que apela a insultos es porque se le acabaron las ideas", ha reiterado Capriles, de 40 años, que en las últimas semanas ha acortado en las encuestas la brecha que lo separa del presidente, 18 años mayor.
Aún así, el líder opositor ha llamado muy pocas veces por su nombre a su contrincante, refiriéndose a él como el "candidato del gobierno" y en alguna que otra ocasión ha utilizado algún descalificativo como aspirante "del atraso".
Esa forma de ignorarse mutuamente la "inicia el presidente y Capriles lo que ha hecho es copiarlo", explica a la AFP la analista electoral Carmen Beatriz Fernández, para quien "la principal estrategia del chavismo ha sido presentar a Capriles como un pequeño candidato que no está a la altura del presidente".
"Aquí se está aplicando una estrategia política: al no mencionar el nombre del otro, no se le está dando importancia. Así se disminuye al rival", afirma por su parte el analista político Farith Fraija.
Fraija resta además importancia a los epítetos que salpican la campaña electoral y recuerda que el presidente, reelegido en dos ocasiones, "lo ha hecho en todas las elecciones".
Así, Chávez se refería a Henrique Salas, su rival en su primera elección en 1998, como "El Frijolito" - nombre de un caballo blanco con el que éste hizo campaña -, mientras a Manuel Rosales, candidato en 2006, lo apodó irónicamente "El filósofo", tras una serie de desafortunados comentarios, como "Si a mí me matan y yo me muero...".
"Somos un pueblo latinoamericano caribeño: la chanza, la broma, la descalificación del otro forman parte de nuestra cultura", afirma Fraija.
Una campaña sin debate
Más allá de no nombrarse, ambos candidatos tampoco se han encontrado. Capriles reclama insistentemente un debate cara a cara, a lo que Chávez responde con desdén.
"Un debate, ¿pero con quién? (...) A mí me daría mucha vergüenza una cosa de esas, porque ahí lo que hay es la nada", dijo el presidente refiriéndose a su adversario.
"El candidato del atraso nunca podría debatir con alguien, él sólo sabe insultar y descalificar, discurso desgastado y tedioso", contraatacó Capriles en su cuenta de Twitter.
"Obviamente, Capriles necesita dar una imagen al país de que está en las mismas condiciones, de que hay una condición de empate" con el presidente y por esta razón pide ese cara a cara, explica Fraija, que destaca además que en Venezuela no existe una cultura del debate.
Para el sociólogo Ignacio Avalos, la falta de diálogo y reconocimiento entre candidatos es una señal más de la fuerte polarización que existe en Venezuela, dividida entre seguidores de Chávez, quien defiende un modelo socialista, y sus detractores, que abogan por un modelo capitalista.
"Somos dos países con dos ideas distintas: Yo no acepto al otro porque el otro no existe o si existe lo hace de mala manera", lamenta Avalos.
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