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Quienes hayan seguido esta columna en ediciones anteriores saben que en lo referente a las encuestas, hice un análisis de muchas de ellas y puntualicé que para finales de mayo, efectivamente Hugo Chávez gozaba de una ventaja en los sondeos –mayor o menor, de acuerdo al sondeo y al registro de “indecisos”– pero también dije que por supuesto, aún faltaba bastante tela que cortar: ni siquiera los candidatos se habían inscrito y la carrera aún ni se había iniciado “formalmente”.
Pues bien, ¿qué ha ocurrido desde aquel entonces? Muchas cosas y todas muy interesantes.
Hay un contraste muy notable entre las campañas que desarrollan ambos contendores: mientras por un lado vemos a Capriles Radonsky desarrollar una campaña de “tierra” fundada principalmente en el contacto cara a cara que lo lleva a sitios muy remotos de nuestra geografía, observamos a un Chávez que mantiene una campaña a ratos virtual (en sus alocuciones presidenciales) y a ratos intermitente. El candidato oficial sólo aparece cada tres o cuatro días y en zonas que históricamente lo han apoyado, no en las que deberían ser “conquistables”. La campaña del opositor ha desarrollado una energía que ha logrado un arrastre muy significativo. En una frase: Capriles tomó la calle para sí.
Como era previsible, hemos visto un ventajismo que ya no raya, sino que va más allá de lo obsceno. El Gobierno goza diariamente de al menos 10 minutos de televisión gratuita para exaltar la figura de Chávez y sus logros vía Ley Resorte: ésa es su verdadera campaña. El manejo del denominado “Sistema Nacional de Medios Públicos” ha estado consagrado a la descalificación del candidato opositor y el desequilibrio informativo en sus programaciones es patente. Las cadenas presidenciales, lejos de cesar, se mantienen: Chávez ha gozado casi de 24 horas de alocuciones sin control alguno. El Consejo Nacional Electoral, lejos de evitar esto y poner coto a los abusos, prefiere castigar al opositor por el uso de una “gorra”, que más bien ha dotado de una simbología propia a su epopeya (craso error). No dispongo de evidencias que lo corroboren, pero tiendo a pensar que esta “cayapa” lejos de aumentar la intención de voto del oficialismo, logra un efecto de solidaridad hacia el que está en desventaja.
Mientras la agresividad en el despliegue geográfico de Capriles toma mayor volumen y frecuencia, apreciamos como se hacen visibles los errores en organización y disciplina del otro lado. Los recorridos de Chávez en El Valle y Petare, en los que fue notable la desorganización y la falta de convocatoria, fueron ventilados por los medios de comunicación y las propias redes sociales. Sin duda, Chávez ha logrado importantes convocatorias en otros sitios; pero es muy sintomático que sus bases en zonas que históricamente él ha ganado estén tan desmovilizadas. ¿Cansancio?
Algo muy notorio es que mientras la oposición resolvió sus problemas políticos a nivel regional –por lo menos a nivel de gobernadores– con la legitimación popular de la mayoría de ellos, el chavismo enfrenta una severa crisis interna de democracia interna que les puede acarrear consecuencias negativas de cara al 07 de octubre. Los problemas que hay en los casos de Anzoátegui y varias otras regiones, se ilustran en el episodio que todo el país pudo presenciar: Carabobo y el affaire Lacava-Ameliach. Lo mismo podría verse dentro de poco en Nueva Esparta, Táchira por citar sólo dos estados. Si el PSUV no está compactado, ¿cómo garantizar la reelección?
Aunque la campaña del “Corazón” estuvo diseñada por el carioca Joao Santana para “ablandar” la imagen de Chávez tal como lo hizo con Dilma en Brasil, Funes en El Salvador y Ollanta Humala en Perú, la agresividad en el discurso del candidato echa por tierra todos esos esfuerzos. Aunque persistentemente se hace un llamado a los “indecisos” y a la “clase media”, los hechos y las palabras denotan algo que es inocultable: la naturaleza conflictiva y poco democrática de Hugo Chávez. Pareciera a ratos que lo que hace el oficialismo es una campaña que simplemente se conforma con “asegurar a los suyos” y no expandir su electorado. Capriles, hablando de “Progreso”, “Futuro” e “Inclusión” va en la dirección exactamente contraria. ¿En realidad el Comando de Campaña Carabobo se habrá creído los números que ellos mismos difunden?… Eso es lo que parece.
Un resumen de todo lo anterior se pudiera sintetizar estratégicamente en que el oficialismo ha perdido la ofensiva y se encuentra muchas veces en una situación reactiva y defensiva. Si algo caracterizó al chavismo y a Chávez durante muchos años es que ellos “marcaban la agenda”. Ahora, por el contrario, están respondiendo a lo que se impone desde la otra acera. La Ley de Misiones, los Regalos a Cuba, la ausencia de Soberanía Alimentaria, el manejo de la Fuerza Armada son tan sólo algunos ejemplos de lo que acá intento decir. Desde el Comando Venezuela se proponen los temas y desde el Comando Carabobo se responde. Algo, definitivamente, ha cambiado.
Así que sí, pienso que hay un cambio de marea y que probablemente lo veamos expresado en los próximos días en nuevos sondeos que darán cuenta de una campaña que en realidad está “cabeza a cabeza” y que está muy lejos de presentar “una ventaja irreversible” como algunos encuestadores han irresponsablemente afirmado. Siempre he pensado que más que ver las encuestas, debemos mirar la historia de las elecciones recientes y apreciar cómo existen dos bloques muy parejos que se han alternado en votación, pero en este preciso momento uno de los bloques pareciera mostrar signos de fatiga, comete errores y está buscando la manera de mantenerse compacto, mientras el otro se encuentra en el camino correcto, se encuentra a la ofensiva y está completamente energizado.
Hay un cambio de marea.
Me encantaría saber cómo ve usted las cosas, escríbame a mi cuenta twitter @gedgard y ahí compartiremos reflexiones.
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