ROBERTO GIUSTI entrevista a HUMBERTO NJAIM para ElUniversal
A juicio del profesor Njaim, Chávez equivoca su estrategia de reafirmar su discurso agresivo y de destrucción del adversario. "Candidato oficialista ha reconocido que la situación es difícil y que se debe ir por los votos de los indecisos" "Capriles le está ganando la conexión emocional en una campaña de contacto directo con la gente"
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Seco en apariencia y poco dado a la sonrisa, cuando se trata, en realidad de una tendencia a la introversión y la modestia, el tono suave que Humberto Njaim imprime a su conversación, parece restarle pólvora a un lenguaje que, a la hora de escribir, adquiere inusitada fuerza e intensidad.
Doctor en Ciencias Políticas profesor de la UCV y de la Universidad Metropolitana, Njaim advierte, no sin delicadeza, su preferencia electoral para el próximo 7 de octubre, lo cual no es óbice para que se aferre a un análisis despojado de cualquier traza de apasionamiento, algo que le está vedado a un académico con más de 30 años en la docencia y en la investigación.
-Estamos ante dos plataformas electorales, dos candidatos y dos discursos perfectamente diferenciados. Eso nos indica que uno de los dos se está equivocando. O quien persiste en el discurso disolvente o quien llama a la conciliación y la unidad. A su juicio, ¿quién está haciendo lo debido para ganar?
-Al responder ese tipo de pregunta uno tiende a hacerlo desde su condición social y el ambiente en que se desenvuelve. En la perspectiva de la clase media puede resultar insólito que el discurso de la agresividad sea el más indicado que el de la concordia. Pero si nos despojamos de ese tipo de prejuicios y analizamos los hechos, encontramos que no parece, a diferencia de otros procesos electorales, que el candidato oficialista disponga de un arma contundente, como pudieran ser y fueron las misiones.
-¿Por qué no habrían de serlo si en el pasado rindieron resultados electorales?
-Da la impresión de que siguen funcionando pero con un grado de efectividad notablemente menor. Las más recientes, como la Misión Vivienda, tienen una expectativa más hacia el futuro que hacia el presente. La gente se encuentra con que la retribución no es inmediata y eso debilita enormemente el mensaje porque hasta ahora el discurso de Chávez no ha tenido la misma contundencia de antes.
-¿Se refiere a un mensaje que se convierta en hechos concretos?
-Cuando el Referéndum Revocatorio eso era así y a estas alturas está dejando de serlo. Desde esa perspectiva Chávez se equivoca al hacer énfasis en su estilo agresivo y de destrucción del adversario. Al menos los datos indican que si bien no ha tenido una caída, tampoco se ve un ascenso espectacular de su opción. En esta oportunidad no está partiendo con una ventaja casi insuperable, como ocurría en procesos anteriores, la situación es de un cierto emparejamiento y el mensaje belicoso carece del impacto que tuvo cuando se veía reforzado con medidas tangibles.
-Si está equivocándose, ¿por qué persiste, entonces, en ese mensaje?
-Porque estamos ante un arma de doble filo. Al tiempo que el impacto presente no se manifiesta, la promesa del futuro puede crear un potencial de chantaje muy grande. Así, a la gente que espera ser beneficiada con una vivienda se le puede decir que "si no votas por mí, no vas a recibir lo que te estoy ofrecido". Además de otros tipo de amenaza que serán más fuertes y frecuentes al arreciar la campaña.
-Pero Capriles se ha adelantado a esa eventualidad y además de garantizar la continuidad de las misiones, despojándolas de su carácter clientelar, ha tomado la iniciativa de presentar una ley para consagrar su mejor funcionamiento.
-Ese es un factor positivo porque de acuerdo a la información disponible ha disminuido notablemente el porcentaje de venezolanos convencidos de que un gobierno de Capriles no desmantelará las misiones. Sin embargo, todavía sigue siendo considerable el de aquellos que piensan lo contrario.
-Ahora, si ampliamos el término "discurso" y lo llevamos a la forma de hacer campaña, ¿con qué nos encontramos?
-Capriles es el candidato de oposición que parte con una base de apoyo mucho mayor que en casos anteriores. Es una propuesta pujante, cuyo mensaje está teniendo resultados y debido a ese vigor es de suponer que podrá superar barreras como los menguantes niveles de desconfianza sobre su actitud ante las misionas. En ese sentido el lenguaje de las imágenes nos muestra los serios problemas que confronta la opción oficialista. Es evidente el contraste entre las imágenes de un Chávez que aparece en las vallas con un perceptible deterioro físico y el talante energético de un joven Capriles, atlético, recorriendo el país en incesante y asombrosa actividad.
-Si el discurso agresivo no le funciona como antes, ¿no es posible que Chávez lo modifique y negándose a si mismo, se transforme en lo que no es?
-No sería la primera vez que lo hace. Pero en este caso le resultaría bien difícil porque él ya está embalado en la progresión de un mensaje revolucionario según el cual lo que está en juego, en esta campaña, es la suerte de su proyecto político. Para él el otro candidato es la nada que va a pulverizar. De manera que es bien cuesta arriba que ahora se vista de azul y comience a hablar del amor, aun cuando no se debe descartar porque sabemos que está siendo asesorado por expertos extranjeros.
-Parece difícil creer que la gente ya no está comprando el mensaje de la lucha de clases y el resentimiento como factor de justicia social.
-No es esta una campaña electoral donde se respete las reglas el juego, haya equidad en el uso de los recursos públicos o funcionen otros frenos éticos. Lo que existe es el empleo masivo, desconsiderado y brutal de los recursos del Estado y eso contribuye a mantener cierta coherencia en el frente de Chávez sobre la base de fomentar el miedo. A medida que la campaña se vaya agudizando la estrategia chavistas será la evitar que los suyos se pasen al otro lado y uno de los método será el de generar temores.
-El chantaje.
-Sí, pero esa, también, es un arma de doble filo porque puede crear un sentimiento de humillación en los electores, quienes se sentirían irrespetados y por tanto reaccionarían de manera negativa. El chantaje también puede generar inconformidad y resentimiento, todo lo contrario de lo que se busca y ante eso el frente opositor debe mantener una política consecuente y coherente.
-Hablando de miedos, Chávez ha reconocido, por primera vez, que se debe ir a la conquista de los indecisos, cuyo número es, en algunos casos, más que notable. ¿No debería hablar, más bien, de "reconquista", considerando que muchos de ellos fueron chavistas?
-Una parte es gente decepcionada. Otra parte tiene miedo. Unos terceros, muy pocos, son indecisos de verdad. Pero la cifra depende de la encuesta. Algunas son confiables, otras, además de presentar una ventaja inverosímil de Chávez sobre Capriles, muestran también un alto número de indecisos. Ahora, Chávez ha confesado en esta campaña hechos que ignoró en las anteriores. Ha confesado que la situación es difícil y ha confesado, también, que hay gente que debe ser conquistada. Esa es una muestra de debilidad muy significativa que, además, provoca un impacto en las filas de los chavistas más comprometidos. El líder todopoderoso, invencible, ganador profesional de elecciones, muestra ahora una faceta desconocida y preocupante.
-¿Se está cortando esa conexión de Chávez con los electores, basada en la reivindicación de los oprimidos y en la promesa de un mundo mejor? ¿Se está perdiendo la ilusión?
-Por más que la lógica del discurso chavista es hacia el futuro ("ustedes vivirán mejor que en el presente y las causas de los males son consecuencia de un sistema depredador e injusto"), después de catorce años de gobierno debe haber disminuido en su repercusión. La gente ve que la calidad de su vida cotidiana ha disminuido. Pero cuidado. Buena parte considera aún que, a pesar de todo, su situación ha mejorado. Pero es evidente que las misiones están en proceso de deterioro, incluso aquellas de retribución inmediata, como la de Barrio Adentro. Y eso neutraliza el efecto que Chávez quiere crear sobre su poder de líder benefactor de unos sectores populares que ya resienten el impacto de ese deterioro.
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