domingo, 24 de junio de 2012

El que se resbale pierde. Artículo de Luis Vicente León

La encuesta flash posinscripciones tiene movimientos. El gap sigue a favor de Chávez, pero...

LUIS VICENTE LEÓN

En Twitter: @luisvicenteleon

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Cuando Chávez anunció su enfermedad el año pasado, el primer impacto político fue positivo. Su popularidad pasó de 49% a 59% en 3 meses y la razón era que la población independiente le daba un espaldarazo en su drama personal. Pero ya en octubre, esa ventaja había desaparecido y la popularidad regresaba a su punto de origen, mostrando que la solidaridad primaria era momentánea y volátil.

La respuesta de Chávez no se dejó esperar. El mismo octubre disparó dinero a la calle, anunció nuevas misiones de transferencia directa y generó esperanzas con la Misión Vivienda. El resultado fue un nuevo incremento en su popularidad, esta vez basado en una estrategia más dura y tradicional en su historia política.

Lejos de lo que muchos creen, la popularidad de Chávez estaba al máximo cuando se realizaron las primarias opositoras. La pregunta común ante esta afirmación es: ¿y entonces por qué se lograron tres millones de votos? Porque no tiene nada que ver aquello con las pestañas. Aún en momentos de alta popularidad de Chávez la oposición sigue representando no menos de 4,5 millones de personas, que además tienen un nivel de motivación infinitamente superior al de los chavistas, lo que los hace participar y mostrarse de manera autopropulsada, sin que los muevan, paguen o chantajeen. Es una situación natural. Las personas que rechazan son normalmente más motivadas que quienes aprueban o respaldan. Pero motivación nada tiene que ver con tamaño, aunque mostrarse sea muy potente y útil en términos de marketing.

¿Qué pasó después de las primarias?

La etapa posprimarias debe dividirse en dos: antes y después de las inscripciones. Una semana después de las primarias Chávez anunció su recaída, lo que ubica las campañas en el sótano del interés de la población y entrega a Chávez una especie de "Taima" (los morochos ahora dicen "Tacho") en el cual no le exigían presencia física. El debate se concentró en la enfermedad, pero el costo político fue nulo debido a que nadie esperaba que la campaña de Chávez fuera activa mientras se recuperara. Solo 15% de los electores pensaban que la enfermedad era tan grave como para sacarlo del juego, por lo que no había una búsqueda de alternativas y el juego se congeló. Durante ese período, lo único que crecieron fueron los indecisos que alcanzaron 30% y hacían inestable cualquier proyección.

Pero una vez inscritos los candidatos, el "Time out" (de donde viene Taima) terminó. No hay más excusas. La campaña arrancó y la población exige ver a sus candidatos en acción. En el caso de Chávez, la enfermedad ya no será un valor. Lo relevante será su presencia (o ausencia). Estar enfermo sería un lastre si no le permite mantener contacto activo con la gente. Chávez está en la necesidad de evitar que su debilidad personal genere la idea de que su futuro está comprometido, porque podría afectar su conexión electoral. El uso (o debemos decir abuso) de las cadenas nacionales para mostrarse en control de la situación es una muestra de lo que intenta hacer a nivel de opinión pública.

En el caso de Capriles, la nueva etapa le abre oportunidades. A diferencia de la preinscripción, inundada por la enfermedad de su adversario, este período de campaña hace que todos volteen a ver los candidatos y esto pone a Capriles en el mapa masivo. Si se mueve bien, la gente podría ver la diferencia, comparar y decidir a su favor si logra convencerlos.

La primera encuesta flash posinscripciones comienza a mostrar movimientos. El gap sigue siendo a favor de Chávez, pero se cierra un poco y la campaña de verdad apenas comienza. Es obvio que: están pasando cosas, que no hay enemigo chiquito... y que el que se resbale pierde.

luisvicenteleon@gmail.com

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