lunes, 28 de mayo de 2012

Guerra de Encuestas: versión 2012 (I parte) por Edgard Gutierrez

“La teoría, generalmente aceptada de que mucha gente vota al presunto ganador de unas elecciones por estar con quien gana, es falsa. Muchas campañas están dedicadas a demostrar que el candidato ganador es el suyo. Filtran encuestas a la prensa demostrando que su candidato va por delante de los demás, esperando que los electores se movilicen para estar con el ganador. De hecho, ocurre lo contrario. Los seguidores de un candidato que no tiene la victoria asegurada suelen trabajar más, mientras que los seguidores del candidato que tiene las elecciones ganadas tienden a confiarse y se movilizan menos”. Joseph Napolitan

Edgard Gutierrez

En Twitter : @gedgard

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Sí. Estamos en presencia una vez más de otro episodio. Uno que incluso es de muy alta intensidad y muy anticipado a la fecha de las elecciones. Como elector, usted está ahora en el medio de una diatriba pública sometido al fuego cruzado de una guerra de encuestas. Evidentemente usted, como muchos, puede sentirse confundido. Le surgen las preguntas: ¿En qué encuesta creer?, ¿hay alguna confiable?, ¿quién dice la verdad? Lamentablemente, es mi deber decirlo, en cada ciclo electoral ocurre y ocurrirá lo mismo. Naturalmente, usted pretenderá saber en este artículo cómo van las cosas. Algo de eso y mucho más encontrará en este trabajo, que por razones de espacio he decidido dividirlo en dos partes. Así que siga leyendo, con algo de paciencia, porque hay bastante de qué hablar sobre este candente tópico.

No es sólo en Venezuela, ni es algo reciente

Lo que hoy es conocido con el triste y famoso término “Guerra de Encuestas” no es algo ni exclusivo ni nuevo en nuestro país. Si usted cree que esto ocurre solamente en Venezuela, lo invito a revisar lo que recién acaba de ocurrir en las elecciones presidenciales de República Dominicana. La prensa dominicana registró la publicación de más de 90 sondeos de intención de voto en tan sólo tres meses y por supuesto, muchos de ellos con resultados disímiles. Hasta tal punto se desató esa batalla que un conocido encuestador con base en Miami –Sergio Bendixen– llegó al extremo de apostar, pues aseguró que el ganador sería Hipólito Mejía. Lo curioso es que además de fallar en el pronóstico, cumplió con su promesa y donó 25 mil dólares a la Liga Dominicana contra el Cáncer. Al menos los votantes no podrán decir que honró su compromiso.

Venezuela, también ha sido escenario de múltiples episodios de “guerra de encuestas”. Y no sólo en este último periodo de historia política. Desde hace décadas se ha registrado en nuestro país la publicación de tendencias electorales por “encuestadoras fantasmas” que sólo aparecen en época de elecciones, o bien, por la divulgación de resultados de encuestadoras confiables pero con tendencias absolutamente distintas. El profesor Herbert Koeneke ha publicado artículos académicos que corroboran esto, desde al menos 1968. Para aquella época las encuestadoras Gaither, Gallup y Datos eran quienes protagonizaban las controversias. Ahora, las controversias son las mismas pero son otros los actores: Hinterlaces, Datanalisis, Consultores 21, GIS XXI, Consultores 30 11, por nombrar sólo algunas firmas de investigación.

Además, los episodios recientes en Venezuela no sólo se han dado entre el gobierno y la oposición en recientes elecciones. Incluso en el propio campo de la oposición se han visto terribles debates sobre quién ganará las elecciones. ¿Quién no recuerda lo que ocurrió en el municipio Chacao en 2008? Tómese un momento y revise este enlace: Una semana antes, tres candidatos aseguraban que ganarían los comicios del domingo siguiente con cifras tan dispares entre sí, que sólo provocaba risa. Las primarias recientes, no fueron la excepción. Todavía está fresco en la memoria.

¿Conclusión preliminar? Los actores han cambiado, pero los debates políticos sobre “quién está ganando y quién está perdiendo” se han mantenido. En 2012, ésta no será la excepción. Por el contrario, lo veremos a un nivel exacerbado. Y así será porque se cree que publicar encuestas genera efectos “irreversibles” en quienes las leen. Hablemos brevemente de esos efectos.

Los “efectos” de las encuestas

Durante muchos años, la academia se ha dedicado a estudiar con mucha profundidad cuáles son los efectos que produce la publicación de sondeos en la intención de voto de los electores. Algunas investigaciones han demostrado que hacia el final de las campañas, un pequeño porcentaje de votantes se inclina hacia el “ganador”, pero ojo, muy importante, también otras han corroborado que algunos electores –la mayoría de las veces indecisos– apuestan a quien va de segundo. El consenso en las investigaciones es que el efecto es muy pequeño, salvo que la elección sea extremadamente reñida. Y todo eso tiene el impacto al que referimos es hacia el final de la contienda, no al principio. En resumen, no está demostrado que publicar encuestas para publicitarse como ganador, sea la receta para ganar. Al contrario, como bien se dice en el medio: las encuestas no ganan elecciones. Las elecciones se ganan por estrategia, comunicación, persuasión y movilización.

Sin embargo, la publicación de encuestas sí tiene profundo impacto sobre otras audiencias. En principio opinadores y gente muy vinculada a la política, quienes tampoco son decisivos –aunque ayudan–a ganar elecciones. Donde mayor efecto se causa es en el nivel de financistas y en los propios comandos de campaña. No conozco ninguna campaña en la que no se usen las encuestas para convencer a potenciales donantes o que en medio de alguna elección, el pánico se apodere de algún comando. Al ver alguna encuesta publicada, la reacción inmediata casi siempre es: “hay que responder”, “hay que sacar una encuesta propia”. Para los más débiles, el efecto es aún peor. Las frases son “vamos a perder”, “no hay nada que hacer”.

Es esto último precisamente lo que vivimos en este momento. El Gobierno, a través de su extensa red de medios y propaganda ha procedido a librar una ofensiva para desmoralizar. El objetivo de publicar encuesta tras encuesta, con diferencias de 20 y hasta 30 punto entre los competidores, es mellar el ánimo de quienes lo adversan y de provocar nerviosismo en el campo adversario para que se cometan errores. Aún más, la operación masiva de difusión de encuestas también pretende amilanar a los votantes de oposición para construir un mito de “invencibilidad” e “inevitabilidad” para finalmente, también desmovilizarlos.

La mejor prueba de esto, la tenemos con la publicación de una encuesta, apenas a 7 días de la celebración de las primarias. Quien la realizó, una firma denominada International Consulting Services a la que honestamente ni conozco, ya comenzaba a prefigurar esta operación. ¿O usted piensa que esto es casualidad? ¿Es casualidad quiénes la publicaron y de qué modo? No. No, se llame a engaño y menos si quien dice haber hecho el estudio es una empresa desconocida. Sobre eso también hablaremos luego.

La pregunta valida es: ¿lo han logrado el pasado? La experiencia sugiere que no. Lamentablemente, hay quienes –ingenua o interesadamente– se hacen eco de estas operaciones de desmovilización. Cabe entonces preguntarse, ¿cuál es la utilidad de los sondeos de opinión?

Entonces, ¿para qué sirven las encuestas?

Obligatoriamente debo responder a esta interrogante desde mi propia perspectiva profesional. Con mucha sinceridad le puedo decir que probablemente el dato que menos interesa en una encuesta –sobre todo si falta mucho para las elecciones– es el de intención de voto. Es simplemente un dato más.

Lo importante es conocer las causas, razones, tendencias o motivadores que expliqué por qué la situación está de ese modo. Dicho de otra manera, las encuestas sirven para indagar y monitorear las principales variables y actitudes que a la final configurarán la intención de voto de los ciudadanos. Y los sondeos desde una perspectiva estratégica, se hacen no para saber quién va a ganar o quién va a perder, ni por cuanto; sino para saber qué hacer –o no– para influir e intentar modificar ese comportamiento.

Las encuestas son el instrumento más útil para determinar la potencia de los mensajes propios y de los adversarios y para estimar los segmentos clave para el desarrollo de la campaña: la identificación de quiénes son los votantes propios, pero podrían abandonar; quiénes son los electores que no nos favorecen, pero podrían hacerlo en un futuro y sobre todo responder a esta inquietud; ¿quiénes son las electores que aún sin una decisión tomada, podrían inclinarse a nuestro favor?

Las encuestas se deben llevar a cabo a lo largo de toda la campaña para el seguimiento de toda esta información, bien sea para apreciar los progresos o retrocesos para corregir lo que haya que corregir y seguir haciendo lo que funciona. Es tan sólo en las etapas finales de la campaña cuando el dato de intención de voto cobra especial importancia y es ahí cuando vemos con mayor frecuencia la publicación de encuestas. Rara vez las vemos al inicio y sobre todo, con tanto tiempo de antelación como ahora.

Así que repito, más que informar, estamos en presencia de una operación para desmovilizar. No obstante, cabe todavía la duda: ¿puedo confiar en alguna encuestadora? Mi respuesta anticipada es: no en todas y más importante todavía es señalar en el caso de las firmas más confiables: todo depende del momento en que se efectúan y se publican los sondeos. ¿Por qué?

Pues por el momento, hágase esta sencilla pregunta: ¿No es probable que los resultados que se publican a cuatro, cinco o seis meses del día de la elección puedan cambiar? ¿No cree usted que las campañas se hacen precisamente para eso (modificar tendencias)?

Si su respuesta a mi última pregunta fue sí, entonces lo animo a leer la segunda parte de este trabajo que publicaré la semana que viene. Allí publicaré algo sobre encuestadoras, resultados y qué puede esperarse de este tema para los meses que vienen.

Por los momentos, lo invito a que compartamos puntos de vista en mi cuenta en Twitter

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