El retiro de Antonio Ledezma es la mala noticia de la semana, en el campo político.
Milagros Socorro
el-nacional.com/
Ninguna ventaja tiene para las fuerzas opositoras el repliegue del formidable político, que debió ceder en sus aspiraciones de ser el candidato de la unidad, al ver frustrada su esperanza de recibir el apoyo de Acción Democrática, el partido donde se inició en la lucha política. Algunos han celebrado el mutis calificándolo de acto de gallardía. No veo por qué. Es como si el hecho de haberse propuesto como precandidato hubiera sido un acto reñido con la gallardía, y que la renuncia hubiera venido a redimirlo de tal falta.
Es al revés: gallardo, valiente y bizarro fue salir al ruedo a ofrecer sus credenciales para que el país considerara la posibilidad de elegirlo presidente. Como es característico en Ledezma, no hizo esta oferta de manera retórica, para amagar a ver qué pasaba o repantigado en una butaca. La candidatura de Antonio Ledezma a las primarias estaba montada en su incesante trabajo político, en contacto con la gente, en ágiles desplazamientos por todo el país, en certeros señalamientos al régimen al que no le ha dado tregua.
Todos los precandidatos que se han echado para atrás son valiosos y merecen respeto, desde luego, pero ninguno de los ausentes desplegó una labor comparable a la de Antonio Ledezma, en punto a su presencia en las comunidades, su activa concurrencia a los diferentes espacios de encuentro y debate, así como a la contundencia de sus reclamos al autócrata.
Quienes aplauden la retirada de Ledezma pierden de vista el hecho de que los precandidatos están trabajando para sus respectivas opciones, pero también y sobre todo para la candidatura unitaria que emergerá en febrero. Es por eso que el caleidoscopio con la imagen multiplicada de Capriles, Machado, Pérez, López y Ledezma, llenos de vida y entusiasmo, hablando desde las tribunas, abrazando compatriotas, apretando manos en todos los caminos, tiene literalmente enfermo al autócrata, física y mentalmente muy susceptible al estrés.
La baja de Ledezma supone la ausencia de un tremendo buscador de votos, de un elocuente orador y un imaginativo hombre de partido que hace rendir cada centavo y siempre encuentra salidas cuando todo parece trancado. No olvidar sus triunfos ante la estólida OEA y ante el régimen, al que obligó a cancelar las deudas con los trabajadores de su alcaldía, que, por cierto, no ha dejado de ejercer y hasta de manera exitosa pese a la designación de una instancia paralela, y de la confiscación de competencias y recursos. No olvidar sus alegatos, en 2009, ante el Gobierno español para que mostrara "una actitud más firme frente a la existencia de presos políticos en Venezuela, y a la ola de inestabilidad e inseguridad que sufrimos los venezolanos y los españoles residenciados en este país". Aquella gira de Ledezma por Europa fue reseñada por el diario español ABC como un éxito.
Este es el cuadrazo que la oposición deja de tener en la primera línea, la de mayor visibilidad, que sólo la tienen los candidatos.
Antonio Ledezma ha abandonado ese escenario no por gallardía, que le sobra, sino porque no tiene el dinero para permanecer en él. Las campañas electorales cuestan mucha plata. Y Ledezma no tiene. No cuenta con el apoyo de financistas porque los sondeos de opinión no lo registran entre los posibles ganadores. Y no están las cosas para arriesgarse con una candidatura cuyo rédito será fundamental para la democracia y para el país, pero que no da seguridad de triunfo.
Hay pocos financistas, además, porque hay mucha presión del régimen, una persecución que se expresa en el uso de las instituciones del Estado como alicate, sobre quienes podrían contribuir con fondos a las organizaciones opositoras.
Antonio Ledezma será muy útil como "hermano mayor", como él mismo se ha llamado, de los precandidatos que persisten en la justa, pero hemos perdido un enorme divulgador de la causa unitaria; un campeón en la lidia con provocaciones montadas en los laboratorios chavistas; un operador político que combina la energía de la juventud con la experiencia y la sabiduría.
En fin, se ha retirado un pastor de votos. Y esa voz de Júpiter tonante contra los abusos del régimen, que de momento ningún otro candidato ha desplegado.
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